Gente Simpática

Hoy he ido al tanatorio a estar un rato con una amiga cuya abuela ha fallecido. Conforme aparcas en el tanatorio te vas preparando para acompañar a la gente en su tristeza y en esos momentos las penas de la vida parecen pesar más. 

Pero hoy ha sido diferente. Esta amiga se encontraba bien y estaba bromista. Al final ha sido una visita distendida y una ocasión para bromear y reír un rato. Al poco tiempo de estar allí llegó el padre de esta amiga -al cual no conocía- y tras estar un rato hablando de temas recurrentes (el trabajo, la crisis, etc.) de pronto hemos empezado a bromear y a reír.

Se trataba de una persona que parecía estar de vuelta de todo en la vida, con su barba blanca, sus gafas y una complexión delgada pero todavía fuerte. No paraba de sonreír y reír, además al hacerlo se ponía rojo y parecía ir animandose más y más, con  lo que la conversación iba a más y saltábamos de un tema a otro.

Hoy he querido escribir sobre esto porque me ha dado cuenta más que nunca de lo mucho que hay que agradecer que haya gente así. Gente que al verla te saca como mínimo una sonrisa y junto a la cual parece que no pasa el tiempo. Esa gente a la que conoces y a los cinco minutos parece que sois amigos de toda la vida y con la que pasarías encantado una mañana tomando cañas.

Me he propuesto que al salir de casa vaya siempre con la mejor versión de mi mismo. No importa lo jodido que pueda estar por lo que sea, hay que alegrar la vida a los demás. Si todos hiciéramos este esfuerzo la vida sería mucho mejor, ¿no creen?