Ayrton Senna


Hace unas semanas ví el documental que Asif Kapadia ha dirigido sobre el mítico piloto de F1, Ayrton Senna. Me encantó poder acercarme más a su figura y poder conocer la parte de la historia de este deporte que protagonizó; Primero como estrella emergente, luego como gran rival de Alain Prost y finalmente como estrella en solitario. Ídolo de masas y benefactor de los niños más desfavorecidos de Brasil su vida ofrece muchos puntos para la reflexión.

Sorprende su talento innato, pero casi diría que sorprende aún más su personalidad carismática. A lo largo del documental queda clara su gran pasión por las carreras, su humildad y su Fe en Dios. Se le llegó a tildar de loco por lo arriesgado de sus maniobras e incluso Prost sugirió en una ocasión que tal vez por su condición de creyente no temiera a la muerte a la hora de arriesgarse en adelantamientos imposibles.

Quizás el momento clave del documental es en el que muestra al espectador lo acontecido en Suzuka en 1989. La maniobra claramente intencionada en la que Prost saca de la pista a Senna, en un sucio intento de asegurarse el mundial y la forma en la que Senna vuelve a la carrera y la acaba ganando es algo que pone los pelos de punta.

Lo que ocurre después es lo que más me ha empujado a escribir esta entrada. Cuando Ayrton está en su Brasil natal y se está planteando el retirarse de la F1 recibe una llamada de Ron Dennis, su jefe de equipo en Mclaren. Ron le convence para que siga luchando, le habla de las "fuerzas oscuras" que están presentes en nuestra vidas, estas son la gente que nos critica a nuestra espaldas o nos hace faenas, los malentendidos que nos perjudican, las injusticias y los golpes de la mala fortuna; En definitiva todo aquello malo que nos sucede y que no podemos controlar o influir. La conclusión que hace es que si uno tiene claras las cosas por las que lucha y los porqués, entonces tiene que levantarse después de cada revés y volver a empezar.

Ayrton Senna siguió entonces compitiendo y ganando, pero estas "fuerzas oscuras" siguieron ahí. Además de el duro revés sufrido en Japón, sufrió en un mundo muy marcado por el politiqueo -en este sentido también queda patente su nostalgia por los años del Go Kart en Brasil, los años de la carreras puras-.  También sufrió los cambios en la normativa, primero cuando Williams desarrolló una tecnología que le hacía imposible competir en igualdad de condiciones y segundo cuando, una vez hubo fichado por Williams, se prohíbe esa misma tecnología. 

En la etapa inmediatamente anterior a su muerte se deduce una cierta perdida de rumbo en su vida. Esto se manifiesta en cierta apatía y también en falta de ganas. Parece que corría por obligación. En una ocasión el recientemente fallecido Sid Watkins le sugiere retirarse y el le dice "no puedo dejar de correr". Mi impresión personal es que llegado un momento el único sentido de su vida está en correr, la faceta profesional de su vida -y a la vez su pasión- termina por engullir la faceta personal.