España vs Suiza

Recientemente conocí a un suizo que vive en España. Su visión de España fué especialmente interesante, ya que la comparaba con su visión de suiza. La diferencia fundamental que el veía era que en Suiza la mayoría de la gente está dispuesta a pagar más por las cosas de calidad,y que esa era la principal razón por la que había más calidad de vida en ese país.

Asimismo decía que a diferencia de España, la juventud es plenamente consciente de que es necesario trabajar mucho y muy duro para alcanzar ese nivel de vida, y que era llamativo como en Zurich todas las luces de las oficinas están encendidas desde las 7 de la mañana. Yo asentía a esta apreciación, ya que he podido comprobar que hay gente que no está dispuesta a sufrir o a arriesgar para poder llegar más lejos, muchas personas aspiran a vivir con lo mínimo, su ocio pasa por tomarse una caña en el bar de abajo y en irse de vacaciones al pueblo.

Creo que está muy bien saber divertirse con las cosas más simples y que las cosas más importantes no son las cosas materiales, sino la gente a la que queremos. Esto es algo de lo que probablemente adolezca un suizo, no me lo imagino disfrutando de un partido con los amigos, en realidad es posible que no disfruten con casi nada, se les vé bastante frios y solitarios. Pero el punto que me parece interesante es que es la ambición y las ganas de llegar a más lo que nos lleva allí dónde queremos.

Palabras reconfortantes...

No conozco mucho la figura de Sarkozy pero hace poco un amigo me mandó unas palabras que dirigió al grupo político de izquierdas en el parlamento francés. Me encanta lo que dijo.

"Hoy, hemos derrotado la frivolidad y la hipocresía de los intelectuales progresistas.

De esos que el pensamiento único es el del que lo sabe todo y que condena la política mientras la practica.

Desde hoy no permitiremos mercantilizar un mundo en el que no quede lugar para la cultura: Desde 1968 no se podía hablar de moral. Nos impusieron el relativismo:

La idea de que todo es igual, lo verdadero y lo falso, lo bello y lo feo, que el alumno vale tanto como el maestro, que no hay que poner notas para no traumatizar a los malos estudiantes.

Nos hicieron creer que la víctima cuenta menos que el delincuente. Que la autoridad estaba muerta, que las buenas maneras habían terminado, que no había nada sagrado, nada admirable. El slogan era VIVIR SIN OBLIGACIONES Y GOZAR SIN TRABAS.

Quisieron terminar con la escuela de excelencia y del civismo. Asesinaron los escrúpulos y la ética. Una izquierda hipócrita que permitía indemnizaciones millonarias a los grandes directivos y el triunfo del depredador sobre el emprendedor.

Esa izquierda está en la política, en los medios de comunicación, en la economía. Le ha tomado el gusto al poder. La crisis de la cultura del trabajo es una crisis moral. Hay que rehabilitar la cultura del trabajo.

Dejaron sin poder a las fuerzas del orden y crearon una frase: Se ha
abierto una fosa entre la policía y la juventud:

Los vándalos son buenos y la policía es mala. Como si la sociedad fuera siempre culpable y el delincuente inocente.

Defienden los servicios públicos pero jamás usan transporte colectivo. Aman mucho a la escuela pública pero mandan a sus hijos a colegios privados.

Adoran la periferia pero jamás viven en ella. Firman peticiones cuando se expulsa a algún ocupa, pero no aceptan que se instalen en su casa.

Son esos que han renunciado al mérito y al esfuerzo y que atizan el odio a la familia, a la sociedad y a la republica.

Hoy debemos volver a los antiguos valores del respeto, de la educación, de la cultura y de las obligaciones antes que los derechos.

Estos se ganan haciendo valer y respetar los anteriores."

Nicolás Sarkozy

Viaje a Europa

El rostro apagado, la pesadez en los parpados…un cierto vacío en el estomago, las ganas de volver a casa, sentirse agotado...De pronto una superficie cónica y redondeada aparece en la ventana de la terminal. En ella figura escrito “ Ribeira Sacra”. Sonrío y me doy cuenta del sentimiento que despierta la propia tierra en mí, en seguida mi mente viaja a las playas de Cádiz dónde suelo pasar días de verano, a la región del Somontano, a la familia, a los amigos…Todos estas imágenes se agolpan en mi mente ya lenta y pesada tras varios días trabajando.

Sin quererlo hago balance de la semana y del tiempo que llevo fuera- sí, sin quererlo aunque sin hacer mucho por evitarlo - y me pregunto por cómo de bien he hecho las cosas y cómo podría haberlas hecho mejor, como he sido en el trato con la gente en la oficina, cuánto en definitiva me he exigido a mí mismo. De nuevo, sin quererlo el viaje que emprendo de vuelta me lleva hacer balance de los días transcurridos desde que emprendí el de ida.

El A319 de Iberia bautizado como Ribeira Sacra acaba de desembarcar a todo el pasaje procedente de Madrid y queda a la espera de recibirnos a bordo, de vuelta a la capital de España.

Sentado en el 8F vuelvo a experimentar la sensación de mirar al mundo a través de la ventanilla de un avión, una ventana pequeña, la más pequeña de las muchas a las que nos asomamos las personas y, paradójicamente, la ventana a través de la cual más abarcamos con la mirada.

“Entrando en pista para despegue, buen vuelo”. Mi pasión por el mundo de la aviación lleva mi imaginación a la cabina del piloto, frente a él dos hileras paralelas de luces que se van juntando en la lejanía, la mirada repasando el panel de instrumentos y la mano derecha avanzando, dando la libertad al avión que se lanza por la pista buscando levantar el vuelo; “el avión siempre quiere volar” me dijo una vez un piloto (un poco cursi, pensé yo...). Segundos después, una superficie cónica y redondeada emerge entre un mar de nubes; Volvemos a casa.